lunes, 25 de marzo de 2013

¿Por qué no se deben tocar las lámparas halógenas con las manos?


 
Se deben manipular con guantes o con una esponjita o con un plástico, como el de la funda en las que suelen venir envueltas.
¿Y eso por qué? Pues porque se reduce su vida útil, se funden antes.

Pero para saber por qué ocurre esto, antes veremos cómo funcionan las lámparas.
Las lámparas de incandescencia —las bombillas de toda la vida— constan de una ampolla de vidrio que contiene un gas inerte (argón o criptón) y un filamento de wolframio. Y es el paso de la corriente eléctrica la que hace que el filamento de wolframio alcance altas temperaturas —que oscilan alrededor de los de 2000 ºC— que dan como resultado la emisión de luz visible.
Comoquiera que el color de esta luz es algo amarillento —como corresponde a la zona de menor energía del espectro visible— se hace necesario aumentar la temperatura del filamento para conseguir una luz más blanca. Pero el wolframio puede sublimar y el filamento hacerse más delgado en algunos puntos. Y es en estos puntos en los que puede fundirse, dando como resultado un filamento roto y una bombilla oscurecida por el wolframio enfriado y depositado. Decimos entonces que la bombilla se ha fundido.
Para obtener una luz más blanca se utilizan actualmente las lámpara halógenas, que permiten que el filamento alcance una temperatura más elevada sin que el wolframio llegue a fundir.

¿Y cómo lo consiguen?
Las lámparas halógenas además de su filamento de wolframio o tungsteno, contienen una atmósfera gaseosa formada por el gas inerte y por un halógeno (generalmente yodo o bromo), que consigue que el wolframio se mantenga más estable de la siguiente manera: cuando el wolframio pasa a estado gaseoso y entra en contacto con las paredes de la lámpara se enfría, combinándose con el halógeno para formar el halogenuro correspondiente. Por otra parte, en las zonas del filamento donde haya sublimado más wolframio, el conductor disminuye de grosor y por tanto aumenta la temperatura. Y es en estas zonas donde el metal se deposita sobre el filamento reparándolo.

Este ciclo regenerador permite una temperatura mayor de lo habitual y ofrece una luz más blanca, pero requiere de un compuesto de cuarzo —que soporta mejor las altas temperaturas— para la fabricación de la bombilla.

Pero el compuesto de cuarzo no se puede tocar con los dedos, porque restos de grasa corporal quedan adheridos a la superficie. Esta fina capa adherida se calienta y presenta diferente temperatura que el resto de la lámpara. Cuando el wolframio llega al cuarzo ya no se enfría y se rompe el ciclo regenerador. Además la huella de suciedad provoca una alteración química del cuarzo que es conocida como desvitrificación y que provoca su deterioro y contribuye a que el filamento se funda.

Tomado de:
sabercurioso.es

jueves, 14 de marzo de 2013

La química de la fumata blanca


Antiguamente, para producir el color negro de la fumata fallida se usaba carbón o alquitrán, mientras que para el humo blanco se disponía de paja fina. La química ha modificado ligeramente este arcaico sistema y actualmente se usan distintos productos químicos para distinguir la coloración de la fumata que anuncia la elección o no del sumo pontífice. ¿Cuál es la composición?

Tal y como explicado el servicio de información vaticano, a partir del cónclave celebrado en 2005, para que no existiese ninguna duda sobre el color del humo, se decidió utilizar un sistema auxiliar de producción de humo además de la tradicional estufa donde se queman los votos. El aparato, instalado junto a la estufa tradicional dispone de una puerta en el cual, en función del éxito de la votación, se introducen distintos productos químicos. Estos productos químicos se queman gracias a un dispositivo electrónico mientras se queman los votos secretos.

El material que produce el humo negro, explican desde el Vaticano, está compuesto por perclorato de potasio, antraceno (un componente de alquitrán de hulla) y azufre. Por su parte, la fumata blanca se genera gracias al clorato de potasio, la lactosa (un combustible muy inflamable) y colofonia (una resina natural que se obtiene de las coníferas).

Tanto el humo químico como el producido por las papeletas quemadas se unen en un conducto común que desemboca en la chimenea que, durante horas, miles de fieles han controlado atentos para saber si la iglesia católica tenía de nuevo papa.

 Tomado de: Muy Interesante